- ¡Nooooo, no te dejare mi muñeca David! Eres muy pesado-
- Pero Lena, solo un ratito por favor. –
Al final Lena acabo cediéndole la bonita muñeca de rizos dorados a su amigo.
Siempre estaban discutiendo pero David y Lena se habían criado juntos, eran de la misma edad y sus madres intimas amigas.
Aquel día llegaron a casa a las 5 de la tarde para descubrir que Lena debía mudarse a una ciudad a 500 km. de allí.
- Yo quiero quedarme ¿Por qué nos vamos, mama?-
- A tu padre le han trasladado y no tenemos otra opción, no seas remolona y ve a preparar la maleta –
Lena obedeció con gran tristeza en su corazón por tener que despedirse de su mejor amigo que estaba expectante con los ojos como platos mirando sorprendido a la madre de Lena.
Cuando termino de hacer la maleta bajo a dar el último adiós a David con unos lagrimones empapándole los ojos como un gran torrencial que hubiese provocado inundaciones en todo su bonito rostro.
- ¡Adiós, David! Te escribiré todos los días, lo prometo. –
- Yo iré a verte algún día, Lena. Siempre contestare a todas tus cartas-
Ella le regalo su muñeca preferida por la cuál se habían estado peleando y subió al
coche de su padre desde dónde David solo pudo ver una mano agitándose al viento.
Después de este episodio pasaron varios años en los cuales David y Lena se
escribieron de forma regular para continuar su gran amistad y se fueron haciendo
mayores…..
Ambos iban a empezar la universidad cuando David le propuso alquilar un piso
juntos pues tenían intención de ir a la misma facultad, noticia que ella recibió con
alegría. Volvían a juntarse.
El piso era un ático muy acogedor con dos habitaciones, una enorme terraza y un
salón en dónde predominaba el color verde. En él solían juntarse las noches del
sábado para disfrutar de antiguas películas en blanco y negro que a ambos les
encantaban.
Al cabo de un mes Lena empezó a sospechar que David le ocultaba algo, un viernes
por la noche le siguió hasta un curioso local de puerta metálica. Se disponía a entrar
cuando el portero le indico que era un local solo para hombres una forma de
explicarle amablemente que se trataba de un local gay.
Ella no tenía nada en contra de la homosexualidad pero si sentía gran sorpresa por el
hecho de que su mejor amigo nunca hubiese confiado suficientemente en ella para
decírselo, eso si le resultaba muy desagradable.
Al día siguiente estallo la explosión….
Lena estaba furiosa y dolida, no dudo en despertarle para pedirle una explicación
sobre lo acontecido la noche anterior.
- Si, es cierto Lena. Soy homosexual-
- Pero…. pero…. ¿por qué…. por qué no me has dicho nunca nada? ¿cuál ha sido tú
excusa para no confiar en mí? Soy tu amiga y te quiero, no me importa tu condición
sexual ¡es absurda tu actitud de desconfianza!
- Lo siento, no encontraba el momento para decírtelo-
Asintió con la cabeza muy enfadada y con una clara mirada de desaprobación ante
la desconfianza de su amigo pero al día siguiente se le paso el enfado y volvieron a
tener un comportamiento normal, tal vez con una mayor complicidad entre
ambos. Lena había comprendido la falta de confianza de su amigo excusándola en la
incomprensión e intolerancia social que aún se sostenían en una sociedad puramente
hipócrita e intolerante escudada en comportamientos políticamente “correctos” pero
con un fondo muy diferente.
Al fin de semana siguiente Lena tenía una fiesta en un viejo garaje rehabilitado que
solían alquilar para organizar eventos como bailes de disfraces, Halloween u otras
excusas para crear momentos de diversión o una buena juerga.
Y allí estaba él….. guapísimo como un Adonis, ojos claros de un azul intenso, pelo
rubio y mirada picara. No pudo evitarlo y para la medianoche ya estaban ambos en
actitud “pecaminosa” en uno de los improvisados reservados del local.
Después de una gran noche Lena volvió a su casa para no volver a saber más de su
seductor nocturno pero eso no le preocupaba demasiado.
Pasaron tres meses y…
- David, estoy muy preocupada. No tengo la menstruación desde hace tiempo, creo que estoy embarazada -
- Puedes ir al médico para averiguarlo y ya veremos después ¿no? –
En efecto, estaba embarazada. Menos mal que había terminado sus estudios hacia ya unos meses. Al menos había conseguido su titulación para poder seguir adelante con todos los recursos posibles, eso no estaba mal para sus apenas 23 años.
El embarazo fue horrible pero David siempre estaba allí para sus antojos y sus necesidades, era como un angel de la guarda que siempre velaba por ella. Se sentía fatal por sus piernas hinchadas y se veía horriblemente gorda.
-¡Estoy horrible!
-¡Qué tonterías dices! Siempre estas igual, Lena. Estas fabulosa y ya apenas te quedan un par de meses para dar a luz.
-Tengo unas ganas terribles de ese día aunque todavía tendré que aguantar los dolores de parto ¡moriré seguro!-
-Eres una exagerada, como siempre-
El fatídico día llego y cuando Lena rompió aguas ambos estaban ya preparados dentro del coche camino del hospital pero entonces sucedió algo terrible… un conductor borracho se les cruzo, choco contra el lateral del coche y ambos quedaron sin conocimiento.
Lena despertó en el hospital, su hijo había nacido sano y ella apenas tenía algunos rasguños pero al preguntar por David le dijeron que este no había sobrevivido al accidente.
Su madre estaba allí, delante de su cama, acongojada pero a la vez alegre por la ilusión de la nueva vida de su nieto.
-¿Cómo vas a llamarle?- Pregunto
Lena tras unos breves segundos de recordar a su mejor amigo, no lo dudo.
-David, mama. David será su nombre –
-Es un bonito nombre, Lena -